Infecciones en instalaciones militares

Cuando hablamos de infecciones y ataques a páginas web normalmente damos una serie de consejos a los usuarios para que tomen medidas con las que protegerse. Pero, ¿qué ocurre cuando los afectados son departamentos de defensa, instalaciones militares o grandes empresas que trabajan como contratistas militares para algunos gobiernos?

Este fin de semana se ha conocido la noticia de que algunos de los sistemas que se encargan de dirigir la flota de aviones no tripulados de los Estados Unidos usados en operaciones militares (conocidos como drones) habían sido infectados por un código malicioso. La noticia de por sí ya es impactante, pero adquiere tintes preocupantes al escuchar las declaraciones de uno de los encargados de la seguridad de esos sistemas:

“Los eliminamos, pero vuelve a aparecer”. Esta declaración podría aplicarse a multitud de casos de infecciones que se producen diariamente y a las que la mayoría nos enfrentamos en algún momento. Según los responsables de eliminar esta amenaza, aún no están de acuerdo en si la funcionalidad de keylogger que incorpora este malware se introdujo de forma consciente o fue simplemente un accidente. Esto denota una falta de control en cuanto a quién o qué accede a estos sistemas y acerca de los permisos que dispone para realizar según qué acciones.

Lo que está claro es que declaraciones como: “Creemos que es benigno, pero no lo sabemos seguro”, no ayudan a tranquilizarnos. Por lo menos podemos especular sobre si la noticia de la infección y estas declaraciones han salido a la luz debido a que, muy probablemente, estemos ante un caso de infección accidental de un sistema crítico, pero no ante un ataque dirigido.

Un ejemplo de ataque dirigido fue el que experimentó la empresa Mitsubishi Heavy, donde los atacantes consiguieron acceder e infectar varios ordenadores y sustraer información confidencial relacionada con el armamento que produce esta empresa. Entre otros, esta empresa se encarga de la fabricación de misiles tierra-aire y aire-aire, alas para los aviones Boeing 787 e incluso submarinos. Huelga decir que esta información tiene un gran valor para empresas competidoras y no pocos gobiernos.

Pero cuando hablamos de la confidencialidad de secretos de Estado, militares o corporativos, debemos recordar que el eslabón más débil sigue siendo el usuario. De nada sirve tener un sistema seguro si luego los datos que se almacenan se pueden obtener robando un portátil de un alto cargo o encontrando un pendrive olvidado en un taxi. Por no hablar de las “sofisticadas técnicas” de ocultación de material confidencial que permiten saltárselas a cualquiera que sepa copiar y pegar información desde un documento PDF.

Como vemos, nadie está a salvo de ataques, pero, más aun, nadie está exento de cometer errores. Desde el laboratorio de ESET en Ontinet.com creemos que la protección de la información confidencial debe empezar por concienciar a los usuarios que la manejan. Solo así podremos centrarnos en proteger los sistemas adecuadamente sin temor a que un fallo humano suponga una filtración de datos.

Josep Albors

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