Leyendas urbanas

Me parece que me voy a meter en un berenjenal hablando de esto, y mucho más después de oír al gran Luis Alfonso Gámez  hablando de ello leyendas urbanas en un reportaje.  Allí, entre otras cosas, se ha comentado que Internet y las redes sociales son un gran propagador de bulos. Que si se secuestran niños, que si hay calcomanías con LSD (bueno, también hay altos cargos que lo divulgan) o cualquier otra mentira.

Hace años era típico que llegara de vez en cuando una carta al buzón con una copia de una peseta (para los más jóvenes: una peseta es una antigua moneda española, equivalente a 6 milésimas partes de un Euro) diciendo que había que reenviar esa carta para que horribles desgracias no cayeran sobre nosotros. El método de propagación era lento y costoso. Había que sacar copias de la carta, elegir cinco personas al menos tan crédulas como nosotros, comprar cinco sellos de correos, ir al buzón… y, una vez cumplida la misión, esperar a que la providencia viera que habíamos mandado las cartas y no nos enviara una plaga bíblica.

peseta

Estamos en el siglo XXI, ese sistema ya no sirve. Es mejor hacer una presentación con una insoportable música de ascensor y muchos atardeceres, muchos unicornios pintados con aerógrafo y muchos niños abrazando gatitos (vamos, muy de poster de los 80) y mandarla por correo electrónico, avisando de la misma cantidad de desgracias que en la carta. Evidentemente la providencia se ha modernizado, y al igual que antes era capaz de saber si habías mandado las cartas, ahora está en connivencia con la NSA y sabe si has mandado los correos electrónicos.

Pero claro, los tiempos avanzan no solo en el sistema de propagar bulos. Los mismos bulos en sí ya tienen orígenes informáticos. No solo es el medio por el que transmitirlos, son el bulo. Uno de los recursos más antiguos para engañar a la gente es el típico virus que es capaz de romper todo. Basta con que abras un documento adjunto para que tu vida digital se vaya al traste, incluso en algunos casos he visto que el ordenador se quemaría y toda la habitación sería pasto de las llamas.

Ese bulo, esa leyenda, o como queráis llamarlo, tiene su origen en una realidad, aunque los desastres no son tan propios de una película serie B. Debido a diversas vulnerabilidades (ya corregidas), durante mucho tiempo se estuvo expuesto a códigos maliciosos que se activaban únicamente con la vista previa de un correo electrónico o con abrir un documento de Microsoft Office. Basta con que alguien resultara infectado para que un amigo hiciera crecer la historia, y luego el amigo del amigo, y el vecino del cuñado del compañero del equipo de fútbol. Ya tenemos montada la leyenda urbana.

Otros bulos han tenido como protagonistas ficheros dentro del sistema, como las que se referían al JDBGMGR.EXE, SULFNBK.EXE y demás. Es posible que alguien, en algún ordenador de alguna parte del mundo hubiera sufrido una infección por algún código y hubiera afectado a esos ficheros. Pues ya está liada.

Parece mentira lo rápido que circulan estas leyendas. Y lo peor, lo persistentes que pueden llegar a ser. Sin embargo, cuando se trata de una realidad que las empresas de seguridad queremos propagar para informar, parece que es imposible. Por ejemplo: los bancos nunca envían correos electrónicos informando de problemas en las tarjetas de crédito (bueno, alguno lo hizo, pero dejémoslo como una mala idea y punto). Eso no es una leyenda urbana, es una realidad bien clara. Y si no nos crees y haces clic en un link de tu supuesto banco, ahí sí que tendrás problemas. No habrá una plaga bíblica, pero sí que tu cuenta bancaria acabará arrasada cual campo de cereales tras una invasión de langosta.

Otro ejemplo: no hagas caso de un mensaje en el que se te ofrezca un trabajo genial, en el que únicamente por poner tu cuenta corriente para hacer transferencias ganes un pastizal indecente. Bueno, pues cada cierto tiempo se siguen encontrando a estafados por haber hecho caso al ofrecimiento.

Desde una empresa como ESET tenemos claro que debemos mantener los ordenadores de nuestros clientes sin códigos maliciosos. Incluso vamos más allá, y detectamos correos electrónicos que supongan un bulo o un ataque de phishing bancario. Lo que no podemos hacer, al menos mediante software, es evitar que los usuarios caigan en los bulos.

Mucha gente cree que puede enfermar si no manda un correo electrónico o que le ha tocado la lotería sin haber participado. Peor a pesar de eso, desde ESET España intentaremos que eso cambie. Por ahora, os dejo, que un príncipe centroafricano me ha legado toda su fortuna y tengo que contestarle rápidamente.

Fernando de la Cuadra

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