Pinterest y la nueva moda en redes sociales: quedarse con toda la información del usuario

Hace como tres años, una amiga me recomendó Pinterest, una nueva red social que consistía en compartir «pins» (imágenes) clasificadas en categorías. Su lema es «I pin it!», que es algo así como el «I Love You» de toda la vida pero enfocado a destacar aquellas imágenes que nos suscitan algún tipo de atracción por algún motivo. El modo de funcionamiento es el mismo que el resto de redes sociales: sigues a personas que comparten contenido, al cual te suscribes por categorías, y tú mismo puedes ir publicando imágenes (bien propias o ajenas) simplemente haciendo clic en un botón que te colocas en el navegador.

Pinterest, la nueva red social

En su momento eché un vistazo y no me enganchó. Pero ahora, de repente, se está poniendo de moda en España y todo el mundo está como loco por conseguir una invitación para la «nueva» red social (que de nueva no tiene nada). Por cierto, si quieres registrarte, solicita una invitación: suelen darte acceso a las 48 horas, aproximadamente.

Pero a lo que vamos… Como siempre, al darnos de alta, tenemos la mala costumbre de leernos los términos y condiciones de uso de la plataforma. Y si hace unos días hablábamos sobre qué pasa con la información que compartimos en Facebook  y hacíamos hincapié en que lo que se comparte en la Red, se queda en la Red, en el caso de Pinterest la privacidad queda todavía más relegada si cabe. Echemos un vistazo a la cláusula específica que habla sobre este asunto:

“By making available any Member Content through the Site, Application or Services, you hereby grant to Cold Brew Labs (Pinterest) a worldwide, irrevocable, PERPETUAL, non-exclusive, transferable, royalty-free license, with the right to sublicense, to use, copy, adapt, modify, distribute, license, SELL, transfer, publicly display, publicly perform, transmit, stream, broadcast, access, view, and otherwise exploit such Member Content only on, through or by means of the Site, Application or Services”.

Lo que básicamente significa que todo lo que compartes a través de Cold Brew Labs (compañía desarrolladora de Pinterest) está sujeto a esta cláusula. Es decir, que cedes tu material a la red con carácter universal, irrevocable, perpetuo, no exclusivo, transferible, libre de cualquier tipo de pago de propiedad intelectual, y además les otorgas el derecho a alquilar, utilizar, copiar, adaptar, modificar, distribuir, licenciar, vender, transferir, utilizar en publicidad, transmitir, etc.

Hay que decir que la inmensa mayoría de los usuarios, según estoy viendo desde que estoy en esta red social, comparten imágenes que encuentran navegando, pero también muchos de ellos publican fotos personales, como de la familia, con niños incluidos. Lo cual quiere decir que, según esta cláusula, si mañana publico una foto de mi familia es posible que Pinterest la venda a cualquier agencia de publicidad y me la pueda encontrar algún día en cualquier campaña de publicidad en alguna marquesina o valla publicitaria en la carretera.

Pero vamos un paso más allá: el usuario cede con carácter perpetuo su material a esta red social, incluso en el caso de que nos demos de baja. Y en cualquier momento puede venderlo a terceros sin el conocimiento ni el consentimiento del usuario.

Que los datos personales son el auténtico negocio de la Red es innegable: desde el principio de los tiempos de Internet hemos visto cómo, de forma lícita o no, nuestros datos valen dinero. Nosotros, muy generosos, los damos muy alegremente, ya que en el fondo nos divierte participar y ser miembros de redes sociales, comunidades verticales y de todas aquellas organizaciones, portales o grupos que tienen que ver con nuestros gustos, aficiones o inclinaciones personales u profesionales.

No tenemos más que echar un vistazo al negocio del cibercrimen: la verdadera fuente de ingresos reside en la obtención de información personal de los usuarios -si puede ser, financiera- para posteriormente venderla en el mercado negro a otros que cometan fraude con ella y se beneficie, de esta manera, toda la cadena. La gran diferencia estriba en que cuando un troyano se cuela en nuestro ordenador y nos roba la información, el usuario no es consciente. Es decir, es un robo en toda regla.

En este caso no podemos hablar de un robo, dado que la cláusula anuncia cuál va a ser el destino de la información que compartimos. Pero el gran problema es que prácticamente ninguno de nosotros se lee los acuerdos de licencia o condiciones de uso de los sitios (que consiste habitualmente en una ristra de cláusulas muchas veces ininteligibles) y, por lo tanto, las aceptamos sin pena ni gloria…

Yolanda Ruiz

@yolandaruiz

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